El ser humano expresa en todo momento, manifiesta lo que siente, piensa o desea con palabras,
gestos, silencios, posturas… con la totalidad de su cuerpo. Su sexualidad entra en esta
constante expresión y es muy característica y variada la manera en que cada persona decide hacerlo.
Trascendiendo términos como perversiones, desviaciones, aberraciones, encontramos la innegable diversidad sexual.
El gusto por observar los cuerpos desnudos o semidesnudos y/o sus expresiones eróticas forma parte
de esta diversidad, es lo que se conoce como voyeurismo o escoptofilia.
Expresión que para ser válida requiere la aceptación y aprobación de l@s tercer@s que estén
involucrad@s, en este caso l@s que están siendo observad@s, porque estaría manifestándose dentro
del respeto a l@s otr@s.
Y es que observar es realmente un gran placer...
...cuando enfrentamos el temor, la culpa a ver, porque aún cuando el sentido de la vista es el más
privilegiado, existen barreras que aún en la vida cotidiana nos impiden disfrutar libremente lo que
observamos, por ejemplo, a varones y mujeres que nos resultan hermos@s, atractiv@s...
Pareciera que nuestro poder de observar ha ido dejando de ser nuestro: los medios de comunicación
nos dictan qué observar, fragmentan nuestros cuerpos, los despersonalizan, condicionan nuestro mirar.
Cuando se vive una relación de pareja, a veces se pierde esa visión exploradora, ingenua, que
descubre, no que obvia al/la otr@ y lo coloca en el terreno de lo “ya conocido”, sino que encuentra
el placer en ese cuerpo de formas, colores, texturas y movimientos.